CUENTO - EL HADA DE LOS DESEOS


Érase una vez una niña muy linda llamada María que vivía en una coqueta casa de campo. Durante las vacaciones de verano, cuando los días eran más largos y soleados, a María le encantaba corretear descalza entre las flores  y sentir las cosquillitas de la hierba fresca bajo los pies. Después solía sentarse a la sombra de un almendro a merendar mientras observaba el frágil vuelo de las mariposas, y cuando terminaba, se enfrascaba en la lectura de algún libro sobre princesas y sapos encantados que tanto le gustaban.
Su madre, entretanto, se encargaba de hacer todas las faenas del hogar: limpiaba, cocinaba, daba de comer a las gallinas, tendía la ropa en las cuerdas… ¡La pobre no descansaba en toda la jornada!
Una de esas tardes de disfrute bajo de su árbol favorito, María vio cómo su mamá salía del establo empujando una carretilla cargada de leña para el invierno.  La buena mujer iba encorvada y haciendo grandes esfuerzos para mantener el equilibrio, pues al mínimo traspiés se le podían caer los troncos al suelo.
La niña sintió verdadera lástima al verla y sin darse cuenta, exclamó en voz alta:
– Mi mamá se pasa el día trabajando y eso no es justo… ¡Me gustaría ser un hada como las de los cuentos, un hada de los deseos que pudiera  concederle todo lo que ella quisiera!
Nada más pronunciar estas palabras, una extraña voz sonó a sus espaldas.
– ¡Si así lo quieres, así será!
María se sobresaltó y al girarse vio a una anciana de cabello color ceniza y sonrisa bondadosa.
– ¿Quién es usted, señora?
– Querida niña, eso no tiene importancia; yo sólo pasaba por aquí,  escuché tus pensamientos, y creo que debo decirte algo que posiblemente cambie tu vida y la de tu querida madre.
– Dígame… ¿Qué es lo que tengo que saber?
– Pues que tienes un don especial del que todavía no eres consciente;  aunque te parezca increíble ¡tú eres un hada de los deseos! Si quieres complacer a tu madre, solo tienes que probar.
Los ojos de María, grandes como lunas, se abrieron de par en par.
– ¡¿De verdad cree que yo soy un hada de los deseos?!
La viejecita insistió:
– ¡Por supuesto! Estate muy atenta a los deseos de tu madre y verás cómo tú puedes hacer que se cumplan.
¡La pequeña se emocionó muchísimo! Cerró el libro que tenía entre las manos y salió corriendo hacia la casa en busca de su mamá. La encontró colocando uno a uno los troncos en el leñero.
– ¡Mami, mami!
– ¿Qué quieres, hija?
– Voy a hacerte una pregunta pero quiero que seas sincera conmigo… ¿Tienes algún deseo especial que quieres que se cumpla?
Su madre se quedó pensativa durante unos segundos y contestó lo primero que se le ocurrió.
– ¡Ay, pues la verdad es que sí! Mi deseo es que vayas a la tienda a comprar una barra de pan para la cena.
– ¡Muy bien, deseo concedido!
María, muy contenta, se fue a la panadería  y regresó  en un santiamén.
– Aquí la tienes, mami… ¡Y mira qué calentita te la traigo! ¡Está recién salida del horno!
– ¡Oh, hija mía, qué maravilla!… ¡Has hecho que mi deseo se cumpla!
La niña estaba tan entusiasmada que empezó a dar saltitos de felicidad y rogó a su madre que le confesara otro deseo.
– ¡Pídeme otro, el que tú quieras!
– ¿Otro? Déjame que piense… ¡Ya está!  Es casi la hora de la cena. Deseo que antes de  las ocho la mesa esté puesta ¡Una cosa menos que tendría que hacer!…
– ¡Genial, deseo concedido!
María salió zumbando a buscar el mantelito de cuadros rojos que su mamá guardaba en una alacena de la cocina y en un par de minutos colocó los platos, los vasos y las cucharas para la sopa. Seguidamente, dobló las servilletas y puso un jarroncito de margaritas en el centro ¡Su madre no podía creer lo que estaba viendo!
– ¡María, cariño, qué bien dispuesto está todo! ¿Cómo es posible que hoy se cumpla todo lo que pido?
María sonrió de oreja a oreja ¡Se sentía tan, tan feliz!… Se acercó a su madre y en voz muy bajita le dijo al oído:
– ¡Voy a contarte un secreto! Una anciana buena me ha dicho hoy que, en realidad, soy un hada como las de los cuentos ¡Un hada de los deseos!  Tú tranquila que a partir de ahora aquí estoy yo para hacer que todos tus sueños se cumplan.

La mujer se sintió muy conmovida ante la ternura de su hija y le dio un abrazo lleno de amor.

CUENTO - LA JIRAFA DROMEDARIA


Érase una vez una Jirafa Dromedaria que habitaba en la sabana africana…
Esta curiosa jirafa vivía al margen de su manada porque… ¡apenas se le parecía en nada!.
Su lomo asemejábase más al de un camello, o a un dromedario (o a un tobogán), y ni siquiera gozaba del cuello largo y rectilíneo del que disfrutaban el resto de las jirafas de aquella sabana. Ninguna de sus parientes jirafas podía ver en ella ni a una tía, ni a una hermana, ni siquiera a una prima lejana; ni contemplaban tampoco al verla, a alguien con quien compartir el agua o las sabrosas acacias. Recelosas, observaban muy erguidas en las alturas a aquel extraño animal, cuasi jorobado, que tanto se les acercaba.
La Jirafa Dromedaria cansada, con el tiempo, de agazaparse y correr siempre al rebufo del resto de la manada, decidió vagar sola por la sabana en busca de más jirafas dromedarias, en busca de una auténtica familia que en apenas algo se le asemejara.
Tras un tiempo observando y buscando su nuevo hogar, la Jirafa Dromedaria creyó haberlo encontrado al ver el pelaje de un leopardo, intentando camuflarse entre el pastizal.
Acercóse la insensata jirafa hacia el fiero animal, hasta que sus finos y largos bigotes pudo casi palpar. Pero el leopardo (creyendo ver al mismísimo demonio en la piel de un camello con sarampión) se quedó tan congelado cuando la llegó a observar, que concedió a la jirafa el tiempo justo para lograr escapar. Y emprendiendo como pudo una carrera, al trote de un paso muy vacilante y torpón, la Jirafa Dromedaria de nuevo retomó la búsqueda de su familia de verdad.
Harta de trotar para escapar del leopardo y de un posible ataque fatal, creyó divisar a lo lejos un paraíso de antílopes colosal. En la distancia, pudo olisquear el aroma de las hojas y de las vainas frescas que cubrían parte de los terrenos de aquel esbelto y bello animal, y cansada y apurada por el hambre, pensó haber llegado al hogar.
A su llegada, los antílopes no dudaron en dar la bienvenida a aquella invitada curiosa y particular. Agasajaron a la jirafa con hierbas frescas de temporada y, al anochecer, la acomodaron en un humilde rincón fresco de pasto para que pudiese reposar. Al día siguiente, ya descansada, la Jirafa Dromedaria se divirtió de lo lindo con las pequeñas y juguetonas crías del grácil antílope, las cuales se deslizaban por su espalda jorobada, como si recorriesen mil rampas a lomos de un tobogán. Qué gracia en sus saltos y movimientos… ¡qué cariño en cada uno de sus gestos!
La Jirafa Dromedaria, por primera vez, parecía formar parte de un grupo, de una manada; y nunca más se puso en marcha en busca de familiares por la sabana.
Qué extraño resultaba verla en medio de aquella tribu africana. ¡Qué familia tan disparatada formaban! Y qué felices los niños junto a su nueva amiga del alma.



CUENTO - LUPITA LA MARIQUITA RICA


Lupita era una mariquita, que soñaba con volar sola hasta lo más alto, para distinguirse de las demás. Tras la suculenta herencia de su padre Epafrodito, que en paz descanse, Lupita se convirtió en la mariquita más rica de Pueblobichito, su humilde ciudad.
Al verse con tanto dinero, Lupita se volvió tan caprichosa, que incluso se cansó de andar, y decidió invertir su fortuna en viajes para al fin conseguir volar, como ninguna otra mariquita lo había hecho jamás.
Subió en helicópteros, viajó en avión, y hasta surcando el cielo en globo a Lupita (que todo se le hacía poco) se la vio. Viajaba Lupita siempre maquillada con enormes pestañas, y ataviada con largos guantes de seda y un sombrero tan grande que se la veía a cien pies.
Pero pronto, Lupita empezó a necesitar a alguien con quien poder compartir todas las maravillas que había visto a lo largo de tanto viaje. Empezó a imaginar, mientras contemplaba el mundo, como sería la vida con otro bichito que la susurrara canciones a la orilla del mar o celebrase con ella la Navidad. Recordaba con tristeza a sus amigas Críspula y Cristeta, con las cuales se pasaba horas enteras jugando y sobrevolando los arbustos espesos y radiantes en primavera. O a Serapio y su brillante mirada, posándose sobre sus pequeñas alas en los días más espléndidos de la florida estación. Y Lupita sintió de repente una profunda tristeza que con su dinero no podía arreglar.
Decidió entonces poner sus patitas en tierra para ordenar todas aquellas ideas. Y vagando de un lado a otro, llegó a un extraño lugar al que se dirigían muchas mariquitas de su ciudad. La Cueva del Suplicio, como se llamaba, era un sitio a donde acudían la mayoría de mariquitas que no tenían nada, para empeñar lo poco que les quedaba y así dárselo a los demás el día de Navidad.
Viendo a aquellas mariquitas luchar por no perder la sonrisa de los suyos, con su propio esfuerzo y sin ayuda de los demás, comprendió Lupita que no eran ellos los pobres y se avergonzó de su codicia y su vanidad.
Decidió en aquel momento Lupita, depositar en aquel lugar todo su capital, incluidos sus guantes de seda y su gigante sombrero. ¡Quería ser como las demás!
Lupita había comprendido al fin que, en volar hasta lo más alto, no se encontraba la felicidad.


CUENTO - TARYB Y LAS BALLENAS DEL FONDO DEL MAR

Taryn y las ballenas del fondo del mar

En el fondo del mar, hace mucho tiempo, llegó el día en que había de elegirse al rey  o reina del fondo marino, y Taryn, una hermosísima sirena de cabellos rojizos y ondulados, resultó ser la elegida por el resto de los habitantes del mar. Ésta, muy alegre, dijo:
·         ¡Gracias pueblo mío! ¡Jamás os defraudaré!
Pero Taryn ocultaba un oscuro secreto que era, nada más y nada menos, que un desprecio total y absoluto por las ballenas. Taryn consideraba que las ballenas eran  unas vecinas demasiado distintas a ella, y su enorme tamaño y apariencia le resultaban muy poco elegantes ni acordes con su especie. Taryn era una sirena intolerante e irrespetuosa con los demás, pero procuraba disimular sus pensamientos tras una dulce sonrisa.

Hasta el día de la elección todo había sido paz y serenidad en el fondo marino: delfines, pececitos, cangrejos, ballenas, sirenitas…todos vivían en paz desde que habían logrado que los tiburones, los habitantes más peligrosos del fondo del mar, se fuesen a otro lugar. Pero al día siguiente las cosas comenzaron a cambiar y Taryn, ni corta ni perezosa, decretó que las ballenas fueran a prisión, poniendo la excusa de que eran agresivas para el resto de las especies marinas. Y ante sus palabras, todos dudaron de la bondad de las ballenas, hasta entonces nunca cuestionada.
Las ballenas, a pesar de sus esfuerzos por defenderse, no pudieron conseguir ya que nadie las creyera, y el resto del fondo marino gritó enfurecido: ¡Que encierren ya a estas ballenas horribles!
Una por una, fueron encerradas en la prisión del fondo del mar y se llamó de nuevo a los tiburones para que impusieran respeto entre todos los habitantes del mismo, así como para que vigilasen a las temidas ballenas y evitaran su fuga.  Pero todo fue en vano, puesto que el tamaño de las ballenas llegaba a impresionar incluso a los tiburones más fieros, de manera que, todas a una y en señal de defensa, lograron hacer con el tiempo que los tiburones abandonasen de nuevo el fondo del mar, y así lograron escapar viajando muy lejos durante días de su hábitat natural.
Y aquella fuga pronto hizo que la reina Taryn tuviera que arrepentirse de su acción y de sus desdichados pensamientos intolerantes. La ausencia de las ballenas produjo que el ambiente en el fondo marino fuese irrespirable y con una importante carencia de alimentos y nutrientes. ¡Nadie podía alimentarse bien en aquel reino sin la presencia de las enormes ballenas! Y Taryn había subestimado, ignorantemente, su presencia allí.
Tras observar detenidamente aquella situación y ver el desastre al que iba abocado su reino, Taryn se sintió profundamente entristecida y culpable y convocó a su pueblo para decirles:
·         Estoy sumamente angustiada por la situación que tenemos. No hay nada más innecesario que una guerra entre hermanos, puesto que además sus consecuencias pueden ser terribles. Todos podemos ser diferentes, y al tiempo necesarios, en un mismo lugar.
Pero a pesar de sus palabras todos continuaron consternados en el fondo del mar. Incluso los tiburones, que convocados también para participar en aquella reunión, dijeron con lágrimas en los ojos casi al unísono:
·         Nosotros llegamos a pensar que las ballenas querían atacarnos, puesto que así lo manifestó Taryn, y por eso luchamos contra ellas y tal vez las asustamos. Pero queremos vivir también unidos bajo nuestro fondo marino y alejados de la temible guerra.

Afortunadamente, tras toda aquella tempestad llegó la calma, y todo el fondo marino unido pudo llamar a través de sus señales a las ballenas de nuevo, y éstas, abrumadas por el entusiasmo de su pueblo y los mil perdones que recibieron del mismo, decidieron volver al que era su hogar sin ningún rencor.
Y la paz reinó durante siglos gracias a la vital unión de todas y cada una de sus diferencias en el rico fondo del mar.


FABULA - LA ZORRA Y LA CIGUEÑA


Cierta vez, una Zorra invitó insistentemente a su amiga Cigüeña, a cenar en su casa mencionándole platillos deliciosos e inolvidables. La Cigüeña, maravillada por tales manjares, acepto. Al día siguiente, fue muy alegre y con mucho apetito. Cuando llegó y se sentó en la mesa, observó que la Zorra, servia una riquísima sopa en un plato muy plano. La Cigüeña muy hambrienta, comenzó a picar y a picar la sopa, pero gracias a su largo pico, no podía comer nada y para colmo, se le escapaba la deliciosa sopa. Por otro lado, la Zorra comió con mucha alegría su sopa, incluso lamió con su hocico el plato hasta dejarlo muy limpio. La Cigüeña indignada por tal desconsideración, dijo estar llena, y se marcho. Pasado los días, la Cigüeña invitó a cenar a la Zorra, ella muy gustosa acepto. Al llegar a la casa de la Cigüeña, la Zorra ansiosa por comer esperaba, hasta que de pronto, la Cigüeña trajo la exquisita comida dentro de un largo y alto jarro de cristal, de panza ancha y boca estrecha. La Zorra confundida, intento de muchas maneras meter su hocico y lengua a la boca del jarro, pero no llegaba a la comida. Sus ganas de comer se hacían aun más enormes cuando la Cigüeña degustaba maravillada su comida. En ese momento, la Zorra hambrienta, deseaba mucho tener un pico tan largo como la Cigüeña, y así poder degustar de la apetitosa comida. Pasado un buen rato, y sin poder llegar a la comida, la Zorra ya muy rendida, renunció a aquella apetitosa comida. Se despidió de la Cigueña y se marchó pensando en la mala acción que hizo anteriormente, y el castigo bien merecido que tuvo, por no ser considerada con su amiga Cigüeña. 

Moraleja: 
No hagas a los demás lo que no quieres que ellos te hagan a ti.

FABULA - EL GATO Y EL RATON


Cierta vez, vivían en un viejo tronco de un viejo pino, un Gato come queso, un Búho dormilón, un Ratón cascanueces y también una esbelta Comadreja. Todos ellos eran famosos todos por su perversidad. Un astuto Cazador se percató que estos cuatro frecuentaban aquel tronco, pero no eran amigos. Así que se dijo: "Pondré una red al pie de este tronco, y veremos quién cae primero." Cuando amaneció, el Gato salió de su escondite en busca de comida y, sin darse cuenta, cayó en la trampa. Revolviéndose en la red, el Gato maullaba diciendo: "¡Auxilio auxilio!, ¡me han atrapado!" El Ratón que vio al gran enemigo Gato en su desdicha, saltaba de alegría en la entrada. El Gato al ver al Ratón, le suplicó: "Mi muy preciado amigo, qué bueno saber que vienes a ayudarme. Nunca dudé de tu fiel lealtad. Te tengo tanto respeto y siempre contaré contigo." "¿Qué?, entonces, ¿quieres que haga?" - Preguntó el Ratón. "Hay que desdicha, caí en desgracia cuando estaba por ir rezar por tu salud. Por piedad, roe estos nudos malévolos para poder ser libre." El Ratón dudoso, preguntó: "Y dime, ¿cómo me recompensarás?" "Te juro lealtad y ser tu fiel aliado. Mis garras estarán a tu servicio contra tus enemigos como el Búho o la comadreja que siempre están en contra de ti." El Ratón soltó una risa y dijo: "¿Tú, mi defensor?, jajajaja, si claro, que buena broma, adiós." Tras esto, el Ratón corrió hacia su agujero, pero allí, lo esperaba la Comadreja. Al intentar escapar hacia arriba del tronco, se topó con el Búho que también lo quería de aperitivo. El Ratón estaba en grave peligro por todos lados del tronco, así que decidió ir donde el Gato y roendo la malla, lo dejó en libertad. De pronto, llegó el Cazador y al ver su red rota y a las presas libres, intentó atraparlos; pero el Ratón y el Gato huyeron de inmediato. El Ratón corría muy alejado del gato, así que el felino le dijo: "¿Por qué me evades querido hermano?, ven a mis brazos. ¿Acaso crees que olvidé mi sagrada promesa? ven para demostrarte mi humilde agradecimiento." El Ratón se detuvo a cierta distancia para decirle: "¿Cómo puedo olvidar tu naturaleza malvada?. Es imposible que exista algún tratado que haga que un GATO sea agradecido. Es de tontos creer en una paz por la necesidad."

Moraleja:
Más vale ser desconfiado que amanecer engañado.  

FABULA - LA MUJER INTRATABLE

Era una mujer que era muy violenta con la personas que vivían en su casa. Un hombre, intentando ver si trataba igual a los criados del padre, la envío a su casa. Al regresar luego de varios días, el marido le preguntó a la mujer: ¿Cómo te han tratado los criados de tu padre?
La mujer le respondió: Todos los pastores me han mirado de reojo durante toda mi estadía. El hombre, en respuesta, le dijo: Si así te miraban los pastores que solo regresan en la noche, ¿como crees que te mirarán con los que pasabas el día entero?

Moraleja: 
Muchas veces, las pequeñas cosas descubren las mas grandes. Y las visibles, descubren las ocultas.

FABULA - LA ZORRA Y EL PERRO


Una zorra entró a un rebaño lleno de corderos y se acercó a un pequeño cordero. Lo acercó a su pecho y fingió acariciarlo. El perro, que cuidaba el rebaño, se dio cuenta de lo que sucedía y le dijo a la zorra:

- ¿Que crees que estás haciendo?
- Solo lo acaricio y juego un poco con el -le dijo la zorra, fingiendo cara de inocencia-.
- Pues si no quieres conocer mis caricias, ¡entonces suéltalo! -le respondió el perro-.

Moraleja:
 Al que no está preparado, sus actos le delatan.

FABULA - LA FAMILIA TOPO Y EL LIRON


Cuenta la historia, que una pequeña familia de Topos era vecina a un Lirón. El señor Lirón era un poco amargado, y un día un Topito fue a la casa del Lirón y le preguntó

- Buenas, señor, mi mamá se preguntaba si podría usted prestarnos un kilo de harina para preparar un pudin.

El señor Lirón, muy amargado y casi sin querer hacerlo, le dio el kilo de harina y le enfatizó mucho en que le debían un favor. Mas tarde, ese mismo día, regresó el topito a la casa se su vecino, pero está vez pidiendo medio kilo de azúcar. El Lirón, bastante indignado, con rabia y a propósito le entregó al topito medio kilo de sal sin decírselo.

Unas horas mas tarde, llegó toda la familia Topo a la casa del vecino. Cuando el señor Lirón abrió, vio a toda la familia con un enorme pudin diciendo:

- ¡¡FELIZ CUMPLEAÑOS SEÑOR LIRÓN!!, le hemos traído este pudin para celebrar.

El señor Lirón estaba muy avergonzado por lo que había hecho, así que les dio las gracias, y aún sabiendo que estaba hecho con sal por su culpa, se lo comió sin decir una sola palabra.

Moraleja:
quien imita al que engaña se venga y no agravia.

FABULA - EL JILGUERO TIMIDO


Había una vez un Jilguero que no quería cantar. Todas las demás aves se preguntaban por qué no quería cantar, y el siempre les respondía: "Jamás cantaré para ser objeto de burla."

Un día, un Perico se le acercó al Jilguero para decirle: "¿Por qué tienes miedo? Canta, que nadie se reirá de ti." Sin embargo, el Jilguero no quiso cantar, ni tampoco le respondió nada al perico. Luego llego una Cotorra y también se le acercó al Jilguero y le dijo: "Te escuché una vez mientras cantabas en el bosque. ¡Tus cantos son hermosos! ¿Por qué no quieres cantar ahora?."

Aún así el Jilguero siguió sin decir nada. Hasta que finalmente se le acercó un Ruiseñor y comenzó a cantar de una forma muy hermosa. Sin emargo, el Jilguero siguió con apatía, así que le preguntó: "Jilguero, ¿por qué no te unes a mi en canto? Haríamos un gran dúo." Y el Jilguero le confesó sus miedos al Ruiseñor. Y este le dijo: "No importa si cantas bien o mal, eso es asunto tuyo. Pero si no cantas, ni si quiera para ti mismo, entonces no eres un Jilguero, ni eres nada."

Moraleja: 
Se tu mismo. Cumple con el propósito para el que Dios te diseñó, sin importar si esto agrada a los demás o no.

FABULA - EL PASTOR MENTIROSO


Estaba un pastor de ovejas junto con su rebaño, el cual comenzó a gritar con todas sus fuerzas: "¡Auxilio! ¡Auxilio! El lobo viene por mis ovejas". El pueblo, dejando a un lado todos sus quehaceres, acuden al llamado del joven, para darse cuenta que no es mas que una chanza pesada.

El joven vuelve a hacerlo una segunda vez, y temiendo el pueblo, volvió. Sin embargo, nuevamente no era mas que una burla. Luego gritó de nuevo, siendo esta vez verdad que el lobo estaba atacando, sin embargo el pueblo no creyó en sus gritos, por lo que la fiera terminó devorándose el rebaño.

Moraleja:
 Mentimos y mentimos, y perdemos la confianza que los demás tienen en nosotros. Cuando digamos la verdad, no nos creerán.

FABULA - LA OVEJA FALSA


Era un tiempo de invierno donde los zorros tenían mucha hambre… había uno que no aguantaba, estaba desesperado, es cierto que todos los corrales estaban altos y con muchos perros alrededor. Entonces el zorro dijo: “aquí no es cosa de ser bobo, hay que ser más vivo que los humanos”. 

Así que se fue a donde un molino, aprovecho que el molinero estaba en otro lado, se revolcó en la harina hasta quedar de color blanco. Llegó la noche y el zorro se fue acercando a un corral: “Mee, mee” balaba como oveja, salió la pastora y vio algo afuera blanco y dijo: “Se ha quedado una ovejita afuera”, abrió la puerta y metió al zorro.

Los perros ladraban y el zorro pensó: voy a esperar que se duerman igual las ovejas, luego buscaré al cordero más gordo y me lo comeré. Cuando llegue la madrugada apenas abran la puerta comienzo a correr y nadie podrá alcanzarme.

Así como el zorro lo dijo lo hizo, pero no alcanzó a salir, ya que él no contaba con el clima, ese día no salió el sol si no que llovió y la harina se le comenzó a quitar y una oveja que estaba a su lado dijo: ¿Qué oveja es esa que se despinta?, cuando ya se le quitó toda la harina al zorro, las ovejas se dieron cuenta y comenzaron a balar, entonces vinieron los perros y con muchos mordiscos lo volvieron cenizas.

Moraleja: 
No todo lo que brilla es oro.

FABULA - EL GATO Y LAS SARDINAS


Un gato llamado Wilor le encantaba comer, pero sobre todo sardinas era su plato favorito. Pero Wilor era un poco tímido y torpe muy poco solía dar con su comida preferida.

Pero su suerte cambió cuando se alejó algo más de lo habitual en su paseo, dio con un mercado de abastos que se encontraba en la zona costera. En aquel mercado los pescadores ofrecían sus mercancías y había cajas de sardinas por todos lados.

El gato de tanta hambre que tenía, no dudó en ningún momento en dejar de ser torpe y tímido para comerse a algunas de las sardinas. De este modo comenzó a perseguir a uno de los vendedores, aprovechando un momento de descuido por parte del vendedor, el gato saltó a una caja de sardinas pero su torpeza lo puso en evidencia, el vendedor no tardó en encontrar al gato en la caja de sardinas. Lo persiguió por todo el mercado lleno de rabia.

En su huida, Wilor fue a parar en un bosque con un hermoso paisaje lleno de cascadas y muchas hierbas frescas, el gato sintiéndose a salvo pensó que era el lugar ideal para comer su sardina. Pero entonces, el gato creyó ver en el agua a otro gato con una sardina aún más grande que la suya, muerto de envidia saltó al agua para quitársela.

Moraleja:
Nunca hay que ser envidioso del otro y siempre hay que valorar lo que uno tiene.


FABULA - EL CONGRESO DE LOS RATONES


Una familia de ratones habitaba en la despensa de una casa, en la casa también habitaba un enorme gato que día y noche los vigilaba, los ratones muy poco salían de la despensa ya que le tenían mucho miedo al gato.

Hasta que llegó el día, los ratones decidieron ponerle fin al problema, convocaron una asamblea a petición del jefe de los ratones que era el más viejo. El jefe de los ratones se pronunció a los presentes:

Los he reunido para buscarle fin a este problema, no podemos seguir viviendo así, esto es invivible.
¡Quiero opinar! -dijo un asistente a la asamblea- Vamos a ponerle un cascabel al gato y así todos sabremos por dónde camina el enemigo.
Esa interesante propuesta fue aceptada por todos en la asamblea entre aplausos y felicidad, ellos pensaron que con el cascabel estarían a salvo, porque su sonido avisaría la llegada del gato.
¡Silencio! -dice el jefe de los ratones, para luego opinar- Falta algo muy importante. ¿Quién de todos le va a colocar el cascabel al gato?
Al escuchar eso los ratones se quedaron en silencio, ya que no podían contestar esa pregunta. Corrieron inmediatamente a sus cuevas muy triste, con hambre y sin ninguna solución.

Moraleja: 
es más fácil proponer ideas que llevarlas a cabo.

FABULA - LAS RANITAS Y EL TRONCO TALLADO


Había una vez unas familia de ranitas que vivía en un lago, pero sentían mucho miedo por un tronco tallado que se veía en la orilla del lago, las ranitas les gustaba mucho las fiestas, eran muy divertidas, pero sentían mucho respeto por el tronco. En muchas oportunidades no hacían fiestas para no hacer tanto ruido y no molestar al tronco.

Ellas pensaban que el tronco era un monumento de alguna tribu que ya no habitaba en ese lugar, pero como no se atrevían a acercarse a él para ver bien de que se trataba, solo podían suponer y mirar de lejos su rostro serio que inspiraba autoridad.

Un día muy tormentoso con horribles truenos, el tronco cayó al lago y en ese instante las ranitas pudieron ver que era solo un tronco tallado que no podía hacerles daño. Al darse cuenta de eso comenzaron a reírse de los temores por lo que habían pasado y comenzaron a jugar con él. 

Moraleja: 
lo que por ignorancia atemoriza, a veces es solo digno de risa.

FABULA - EL BUEN TIEMPO Y LA LLUVIA


“Nunca llueve a gusto de todos” así dice el refrán, y la historia que sigue parece darle la razón. Había una secuela muy hermosa en un pueblo apartado. A la escuela iban tres perritos y tres ranitas. Ellos vivían muy cerca y eran buenos amigos. A menudo iban juntos a clase, eran muy puntuales.

Muchas veces antes de llegar a la escuela peleaban. Si el día amanecía con lluvias las ranitas se ponían felices, a diferencia de los perritos ya que se ponían rabiosos.

"¡Wiii! Que feliz estoy, nos daremos un buen baño en las charcas que la lluvia está formado." - Decía una de las ranitas.

"Que feo es cuando llueve, es un día perdido para mi, me deprime tanto la lluvia." - Dijo uno de los perritos con una cara triste. 

Cundo el día amanecía soleado un con radiante sol, sucedía todo lo contrario; los perritos no se cambiaban por nadie, se sentían felices. En cambio las ranitas estaban sin ánimos, ya que se imaginaban el calor y la sequedad que iba a torturarlas. Sé que todos se estarán preguntando que día estarían contentos los perritos y las ranitas. ¡Muy fácil! Los días que amanecían grises y fríos pero sin lluvia, que pocos días amanecía así.

Moraleja:
 Debemos aceptar la vida tal cual como se presenta, de esta manera nunca se sentirán infelices.

FABULA - EL LEON Y EL MOSQUITO


Erase una vez un león, se encontraba muy tranquilo en la selva, cuando un mosquito muy grande decidió hacerle la vida imposible.

"¡No creas que por ser más grande que yo te tengo miedo!", dijo el mosquito desafiando al león, conocido como el rey de la selva.

Luego de esas palabras, el mosquito ni corto ni perezoso, empezó a zumbar le la cabeza al león volando de un lado a otro, mientras que el león buscaba el mosquito como loco.

El león rugía de la rabia ante el atrevimiento del mosquito y a pesar de sus intentos por matarlo, el mosquito lo picaba en diferentes partes del cuerpo, hasta que el león demasiado cansado se derrumbó en el suelo.

El mosquito sintiéndose victorioso, retomó el camino por donde vino. En poco tiempo el mosquito se tropezó con una tela de araña y vencido se vio también.

Moraleja:
 No existen nunca peligros pequeños, ni tropiezos insignificantes.

FABULA - LA PULGA Y EL HOMBRE


Un hombre disfruta de un buen sueño, cuando comenzó a sentir picazón por todo el cuerpo. Molesto por la situación, buscó por toda su cama para ver qué era lo que les estaba causando tanta molestia. Tras su búsqueda encontró a una minúscula pulga y le dijo las siguientes palabras: 

- ¿Quién te crees que eres insignificante bicho, para estar picándome por todo mi cuerpo y no dejarme disfrutar de mi merecido descanso?

Fabula la Pulga y el Hombre

- Contestó la pulga: "Discúlpeme señor, no fue mi intención molestarlo de ninguna manera; le pido por favor que me deje seguir viviendo, ya que por mi pequeño tamaño no creo que lo pueda molestar mucho." El hombre riéndose de las ocurrencias de la pulga, le dijo:

- Lo siento pequeña pulga, pero no puedo hacer otra cosa que acabar con tu vida para siempre, ya que no tengo ningún motivo para seguir aguantando tus picaduras, no importa si es grande o pequeño que pueda ser el prejuicio que me causes.

Moraleja: 
todo aquel que le hace daño a otra persona, debe estar dispuesto a afrontar las consecuencias.

FABULA - EL ASTRONOMO


En un país muy lejano, donde la ciencia es muy importante para sus habitantes, había un anciano astrónomo, le gustaba realizar el mismo recorrido todas las noches para observar las estrellas.

Un día, uno de sus viejos colegas le dijo que había aparecido un extraño astro en el cielo, el anciano salió de la ciudad para poder verlo con sus propios ojos. Muy emocionado estaba el astrónomo mirando al cielo, no se dio cuenta que a pocos pasos de él había un agujero. Cuando se cayó al agujero comenzó a gritar pidiendo ayuda.

Cerca del agujero pasaba un hombre, el cual se acercó hasta el agujero para ver lo que sucedía; ya informado de lo que había ocurrido, le dijo al anciano:

"Te ayudaré a salir de ahí, pero ten mucho cuidado la próxima vez que salgas por un lugar que desconoces, tienes que estar muy atento por donde caminas ya que te puedes encontrar con cualquier cosa en el suelo."

Moraleja: 
Antes de lanzarse a la aventura, hay que conocer el lugar por el que se transita.

LEYENDA EL PESCADOR Y LA DIOSA

Vivía en la isla griega de Lesbos, un muchacho llamado Faón, que se ganaba la vida transportando viajeros y mercancías en su barca.
Estaba un día Faón junto al embarcadero de la isla, cansado de las faenas de la jornada, cuando una pobre mendiga, desastrada y con evidentes muestras de no poder pagarle el viaje, le pidió que la condujese hacia Asia Menor.
– Sube, mujer. Te llevaré de buen grado.
A Faón le había conmovido su aspecto y, olvidándose de su cansancio, hizo navegar su barca con una ligereza asombrosa. De este modo, poco después llegaban a la costa de Asia.  Una vez allí Faón sacó de su bolsillo la mayor moneda que tenía y la entregó a la mendiga para que pudiera continuar el viaje.
– Gracias, muchacho. Y para que veas mi agradecimiento, toma este obsequio.
Se trataba de un vaso del perfume más extraordinario que jamás había llegado a oler. Y con aquel perfume misterioso en las manos, Faón quedó conmovido y atrapado por una fuerza que parecía embriagarle el corazón. Y tras esto, el humilde pescador comprendió que había llevado en su barca a la mismísima Venus, la diosa del amor.

LEYENDA ATALANTA E HIPOMENES

Hubo una vez en Esciros, isla del mar Egeo, un rey llamado Esqueneo cuya hija, Atalanta, había sido educada en un ambiente muy permisivo y colmado de mil y un caprichos. A la joven Atalanta le gustaban las actividades de todo tipo, y entre ellas se encontraba la actividad de la caza. Se pasaba los días enteros con su carcaj de flechas sobre su espalda buscando animales a los que atrapar. Tal era su afición y maestría que ni siquiera los centauros del lugar conseguían alcanzarla en su habilidad.
Sin embargo, aquella dura afición le pasó factura endureciendo su corazón. Un corazón que no se reblandecía con nadie, ni siquiera con la mirada amable de sus muchos pretendientes, entre los cuales se encontraba el valeroso Hipómenes.  El joven, acudió cansado al Olimpo para contar a los dioses su desventura amorosa e infructuosa con la joven Atalanta, y Venus, compadecida, decidió entregarle tres manzanas de oro del Jardín de las Hespérides recomendándole que participara con inteligencia en una próxima carrera en la que participaría también la joven.
El día de la famosa carrera, cuando dieron la señal de salida para comenzar, la joven Atalanta partió a la velocidad del rayo dejando a todos los pretendientes que habían acudido atrás. Entonces, Hipómenes dejó caer sus tres manzanas sobre el terreno bien distanciadas, y tal era el afán cazador de Atalanta, que se volvió parando la carrera sólo para recogerlas. De este modo, y haciendo un gran esfuerzo, Hipómenes llegó el primero a la meta, obteniendo así la atención y, más tarde el amor, de la joven Atalanta, que quedó prendada ante tal esfuerzo.

LEYENDA LA SEMILLA DEL HELECHO

Dice la leyenda, que la llamada semilla del helecho tiene la maravillosa propiedad de volver invisibles a las personas. Esta semilla parece difícil de encontrar,  debido a que su periodo de maduración tiene lugar durante la noche del solsticio de verano y tan sólo durante una hora, entre las doce y la una de la madrugada. Después, la semilla del helecho cae y desaparece.
En una ocasión, a un hombre le aconteció un suceso muy extraño relacionado con esta semilla. Entre las doce y la una de la madrugada de aquel día, el hombre empleaba su tiempo en buscar a un potrillo que se le había perdido cuando, de pronto atravesó por casualidad una pradera en la cual maduraba la semilla del helecho.
A la mañana siguiente el hombre volvió a su casa, cansado por la búsqueda, y se sentó en su sillón mullido favorito de la casa. Al observar que su mujer no terminaba de reparar en él, exclamó:
 No he encontrado al potrillo, lo siento mucho.
Tras estas palabras, su mujer, y todos los demás que se hallaban en la habitación, se asustaron terriblemente. Creían haber oído la voz del hombre, y sin embargo, no conseguían verle. Su mujer le llamó entonces por su nombre creyendo que jugaba a esconderse y gastarles una buena broma.
 ¿Se puede saber por qué me llamas así? ¿No ves que estoy aquí al lado?
Tras estas nuevas palabras el susto fue todavía mayor, ya que todos le oyeron de nuevo hablar, e incluso escucharon el sonido de sus pasos, pero continuaban sin poder verle.
Fue entonces cuando el hombre al fin comprendió que todo aquello podía estar relacionado con su paso por la pradera, ya que en el fondo de su calzado se habían metido unas semillas de helecho, las semillas efímeras. Se quitó rápidamente los zapatos y sacudió las semillas de helecho que le habían entrado y que hasta entonces había confundido con arena en los pies. Y, en ese mismo instante, el hombre se hizo visible a los ojos de todos.

LEYENDA EL ZAPATERO FELIZ

Todavía perdura el recuerdo, en una ciudad de Europa, de un alegre zapatero. Era, probablemente, una de las personas más felices de la tierra a pesar de su gran humildad.
Un día el zapatero fue visitado por uno de sus vecinos, un banquero muy rico, que al observar la gran alegría del zapatero entre tanta miseria, no pudo dejar de preguntar:
  • Señor zapatero, si no es molestia, ¿podría decirme cuánto gana usted con su humilde trabajo?
  • Es tan poco dinero, señor, que hasta vergüenza me da decirlo, no se lo tome a mal. Pero dicho dinero me da cada día el pan de mis hijos, y a mí me basta con terminar decentemente el año, aunque tengamos que privarnos, lamentablemente, de muchas cosas. – Respondió el zapatero orgulloso.
Aquella excelente y positiva actitud dejó muy sorprendido al banquero  que, poco después, dijo muy conmovido:
  • Señor zapatero, tome usted estas monedas de oro que le ofrezco desinteresadamente, y guárdelas con esmero para cuando las necesite de verdad.
A partir de entonces la actitud del zapatero cambió, con motivo de sentirse poseedor de una de las mayores riquezas del mundo. Aquella riqueza exigía mucho del zapatero, ya que al haber escondido bajo el suelo de su casa las monedas de oro, era incapaz de descansar y vivir con normalidad. El zapatero había enterrado sin saberlo al mismo tiempo el dinero y su alegría y buen humor, siendo desde entonces huéspedes de su casa, el miedo, la desconfianza, el insomnio y la inquietud. El menor ruido durante la noche, le hacía llenarse de temor ante un posible robo y sus consecuencias.
Hasta que un día, cansado el zapatero de su nueva vida, fue a visitar a su vecino banquero:
  • Oiga, amable señor; quiero devolverle todo su dinero, pues mi mayor deseo es vivir como lo hacía antes.
Y, de esta sencilla forma, el zapatero recuperó su alegría.

LEYENDA LOS CABELLOS ROBADOS

La esposa del dios Thor se hallaba durmiendo una noche, cuando de pronto, el dios Loki decidió robarle su hermosa melena de tan hermosa que era. El brillo de aquel cabello había hechizado de tal forma al dios, que no pudo hacer otra cosa que cortársela con unas tijeras muy afiladas, llegando hasta el último de sus cabellos.
Al enterarse el dios Thor de aquel ataque a su esposa, su cólera fue tan grande que la tierra comenzó a temblar y las nubes a tropezarse con el mar y las montañas. Una vez situado frente al dios Loki, el dios del engaño y la mentira, decidió atraparle haciéndole prometer que devolvería cada uno de los pelos robados.
  • ¡Sí, sí! Prometo que lo haré pero tranquilízate y déjame libre- Repetía Loki algo asustado.
Tras su promesa, Loki descendió hasta el corazón de la tierra, y allí pidió a los enanos que lo habitaban, considerados los mejores artesanos del mundo, que realizasen una hermosa corona de finos cabellos dorados para la esposa del dios Thor.
Al cabo de unos días, y a pesar de que el dios Loki hizo alguna más de sus travesuras para hacer fracasar a los enanos en su encargo, la corona estaba lista para Sif, la esposa de Thor, el dios de la justicia.  Y Thor fue el encargado de situarla sobre la cabeza de su esposa.

LEYENDA DE LOS UNICORNIOS

Hace mucho tiempo existieron unas extrañas y maravillosas criaturas que poseían el cuerpo como los caballos más hermosos de la tierra, y además, un mágico cuerno en el centro de su frente. Estas criaturas, llamadas unicornios, eran de color blanco y se cree que procedían de tierras indias.
Los unicornios debían albergar tanta magia, que no podía verlos cualquier persona que quisiera sino que, al contrario, eran muy pocos los afortunados que tenían el privilegio de llegar a observarlos. Aquellos que llegaban a hacerlo eran las personas que tenían un corazón bueno y puro, cualidades que eran muy fácilmente rastreables por los unicornios.
Los cuernos de los unicornios tenían propiedades sanatorias y curativas, y eran tan poderosos que se dice que podían llegar a curar enfermedades muy peligrosas y mortales. Incluso, muchos llegaron a decir que contenían los ingredientes necesarios para alcanzar la eterna juventud.
Precisamente por todas aquellas razones, la existencia de un unicornio dependía en su totalidad del mágico cuerno de su frente, y si llegaban a perderlo su destino era la muerte.
En la Edad Media, sabedores de las propiedades del cuerno de los unicornios, muchos cazadores se adentraron en los bosques para dar caza a estos enigmáticos seres, con tan mala fortuna, que terminaron abocando a los unicornios a su desaparición. Muy inteligentes, y como los unicornios eran seres tan solitarios y solo dejaban verse por las personas buenas, aquellos temibles cazadores se aprovechaban de las personas de corazón puro para capturar a los unicornios y apresarles en busca de sus cuernos.
Tras su triste desaparición, la magnificencia y bondad de aquellos seres dejó en la historia su recuerdo como símbolo de la fuerza, de la libertad, del valor, de la bondad y, sobre todo, del poder de la magia que reside en las personas de gran corazón.

LEYENDA DE CHASCA, LA VIRGEN DEL AGUA


Según la tradición oral, en la barra de Santiago vivió un ricachón de nombre Pachacutec, el cual tenía comprometida a su hija Chasca con un príncipe de una tribu local. 

Chasca, sin embargo, tenía su corazón entregado a un joven pescador de nombre Ayacetl. Ella le veía a escondidas de su padre en la playa; adonde él, además, le cantaba dulces canciones desde su balsa. 

Un día nefasto, alguien disparó una flecha a Ayacetl mientras regresaba de la pesca. Un enviado de Pachacutec fue el asesino. A lo lejos Chasca observó el crimen y gritó con horror. Chasca tomó la decisión de acompañar a su amado en la muerte. Amarró una piedra a su cintura y se lanzó al agua. 

Al morir Pachacutec en una noche de luna, Chasca apareció por vez primera en una canoa blanca al lado de Ayacetl, y lo hace desde entonces. 

Comentario Personal: Esta quizás es de las leyendas más desconocidas de El Salvador, solamente la escuche una vez cuando estaba en el colegio y no creo q muchas personas la hayan escuchado.
 

Kategori

Kategori