Taryn y las ballenas del
fondo del mar
En el fondo del mar, hace mucho tiempo, llegó el día en que había de elegirse al rey o reina del fondo marino, y Taryn, una hermosísima sirena de cabellos rojizos y ondulados, resultó ser la elegida por el resto de los habitantes del mar. Ésta, muy alegre, dijo:
·
¡Gracias
pueblo mío! ¡Jamás os defraudaré!
Pero Taryn ocultaba un oscuro secreto que
era, nada más y nada menos, que un desprecio total y absoluto por las ballenas.
Taryn consideraba que las ballenas eran unas vecinas demasiado distintas
a ella, y su enorme tamaño y apariencia le resultaban muy poco elegantes ni
acordes con su especie. Taryn era una sirena intolerante e irrespetuosa con los
demás, pero procuraba disimular sus pensamientos tras una dulce sonrisa.
Hasta el día de la elección todo había sido
paz y serenidad en el fondo marino: delfines, pececitos, cangrejos, ballenas,
sirenitas…todos vivían en paz desde que habían logrado que los tiburones, los
habitantes más peligrosos del fondo del mar, se fuesen a otro lugar. Pero al
día siguiente las cosas comenzaron a cambiar y Taryn, ni corta ni perezosa,
decretó que las ballenas fueran a prisión, poniendo la excusa de que eran
agresivas para el resto de las especies marinas. Y ante sus palabras, todos
dudaron de la bondad de las ballenas, hasta entonces nunca cuestionada.
Las ballenas, a pesar de sus esfuerzos por
defenderse, no pudieron conseguir ya que nadie las creyera, y el resto del
fondo marino gritó enfurecido: ¡Que encierren ya a estas ballenas
horribles!
Una por una, fueron encerradas en la prisión
del fondo del mar y se llamó de nuevo a los tiburones para que impusieran
respeto entre todos los habitantes del mismo, así como para que vigilasen a las
temidas ballenas y evitaran su fuga. Pero todo fue en vano, puesto que el
tamaño de las ballenas llegaba a impresionar incluso a los tiburones más
fieros, de manera que, todas a una y en señal de defensa, lograron hacer con el
tiempo que los tiburones abandonasen de nuevo el fondo del mar, y así lograron
escapar viajando muy lejos durante días de su hábitat natural.
Y aquella fuga pronto hizo que la reina
Taryn tuviera que arrepentirse de su acción y de sus desdichados pensamientos
intolerantes. La ausencia de las ballenas produjo que el ambiente en el fondo
marino fuese irrespirable y con una importante carencia de alimentos y
nutrientes. ¡Nadie podía alimentarse bien en aquel reino sin la presencia de
las enormes ballenas! Y Taryn había subestimado, ignorantemente, su presencia
allí.
Tras observar detenidamente aquella
situación y ver el desastre al que iba abocado su reino, Taryn se sintió
profundamente entristecida y culpable y convocó a su pueblo para decirles:
·
Estoy
sumamente angustiada por la situación que tenemos. No hay nada más innecesario
que una guerra entre hermanos, puesto que además sus consecuencias pueden ser
terribles. Todos podemos ser diferentes, y al tiempo necesarios, en un mismo
lugar.
Pero a pesar de sus palabras todos
continuaron consternados en el fondo del mar. Incluso los tiburones, que
convocados también para participar en aquella reunión, dijeron con lágrimas en
los ojos casi al unísono:
·
Nosotros
llegamos a pensar que las ballenas querían atacarnos, puesto que así lo
manifestó Taryn, y por eso luchamos contra ellas y tal vez las asustamos. Pero
queremos vivir también unidos bajo nuestro fondo marino y alejados de la
temible guerra.
Afortunadamente, tras toda aquella tempestad
llegó la calma, y todo el fondo marino unido pudo llamar a través de sus
señales a las ballenas de nuevo, y éstas, abrumadas por el entusiasmo de su
pueblo y los mil perdones que recibieron del mismo, decidieron volver al que
era su hogar sin ningún rencor.
Y la paz reinó durante siglos gracias a la
vital unión de todas y cada una de sus diferencias en el rico fondo del mar.
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